31 diciembre 2006

Año viejo...

Cae la noche sobre Buenos Aires. La última noche del año, y hace mucho, muchísimo calor. Sopla una brisa que arremolina el vestido de una nenita.
Los semáforos, mal sincronizados, hacen que uno de los últimos colectivos que circula se atrase, y que una fila de personas impacientes espere aun más.
Una banda de nenes, con plata robada de las billeteras de sus padres, ignorando el peligro, compra “artillería pesada” para prender y tirar a las doce.
Todo, lentamente, va tornándose gris. Todos los colores son matices de ese gris que vive en esta ciudad. En las ventanas, de par en par, abiertas, las tiritantes lucesitas de los árboles cortan ese gris por un instante. Solo por un instante, no más.
Pocos, muy pocos autos en las calles. Y mucha, mucha gente que espera ese colectivo retrasado. Colectivo que, quizá, ya no pase.
Cae la noche sobre Buenos Aires. Dos personas que se cruzan, se miran y se abrazan como si ya nunca más volvieran a verse. “Hasta el año que viene”, dicen.
Cae la noche, noche en la que nadie, o casi nadie, va a dormir. Cuando el sol suba, el universo será un año más viejo.

1 comentario:

mariano dijo...

Me encantooooooooooooo¡¡¡¡