Cumpleaños de Fileteando Ilusiones.

En la variedad está el gusto…

El pronóstico meteorológico no se equivocó: el domingo 16 de julio amaneció nublado, gris.
El pronóstico murguero tampoco falló: la tarde del domingo fue una fiesta.
Sí, la fiesta “filetera”, fue una fiesta en la que brillaron muchos soles en el bronce de los platillos.
En esta fiesta hubo de todo: murgas de variadas estéticas y mucha, muchísima alegría. El Club Bristol estuvo lleno de murgueros (porque, a pesar de haber empapelado todo Parque Patricios con los afiches que anunciaban la fiesta, como siempre, la mayoría del público era murguera)
La Fiesta se largó unos minutos después de pasadas las cuatro de la tarde con La Garufa de Constitución. Esta murga me genera una sensación muy rara, no puedo entenderla. Reconozco que cantan muy bien, que bailan muy bien, pero a tanta perfección le falta un poco de “mugre”, de esa misma “mugre” que le falta a las voces líricas cuando cantan tango, de esa misma “mugre” que le falta a los bailarines clásicos cuando bailan folklore.
Siguió La Redoblona, la murga rioplatense con sede en FM La Tribu. Su show me pareció una excelente antología de los géneros populares, ya que combinan las esencias de las murgas porteña y uruguaya, con malabares y acrobacia. Un lujo de color y movimiento.
La “tradición” porteña llegó con Portadores de Alegría de Villa Ortúzar. Voces no tan afinadas, pero “portadoras” de toda la fuerza y la energía que daban el marco ideal al baile.
Eran casi las siete cuando Fileteando llegó al ruedo. El espacio que daba la pista del Bristol fue el más apropiado para la estética filetera de baile coreografiado en filas e hileras que ilustra lo que se canta arriba del escenario. Su prolijidad y sincronización, además de los maquillajes y los trajes impecables, despejaron cualquier duda respecto de su primer lugar en la Evaluación Oficial.
El cierre fue, como lo habían prometido, a “toda murga”. Cuando el show de Filetando terminó, invitaron a todos los representantes de las murgas que habían convocado para compartir el baile y la percusión. Toda la pista fue invadida por un mosaico de colores y movimientos que, combinados, daban una saludable locura.
Cuando sonó el último corte, nadie recordaba que afuera era un domingo gris de pleno invierno porteño. Por un rato, a todos y todas nos pareció que había vuelto febrero.

PD: En breve en este espacio, fotos del Cumpleaños de Fileteando Ilusiones.