SAUDADE.
Para los brasileros, esta palabrita es muy difícil de definir. Y, para los que no hablamos Portugués, es imposible de traducir. Quizá sea una mezcla de “nostalgia” con “tristeza” y “melancolía”. Lo concreto es que en esta madrugada, tengo “saudade”. Dice una canción de Jobin y Vinicius: “Vai, minha tristeza e diz a ela que sem ela não pode ser. Diz-lhe numa prece que ela regresse porque eu não posso mais sofrer. Chega de saudade a realidade é que sem ela não paz, não há beleza, é so tristeza e a melancolía que não sai de mim, não sai de mim, não sai…” (Ve, mi tristeza y dile a (él) que sin (él) no puedo ser. Dile en una oración que regrese, porque no puedo más sufrir. Llega de la saudade la realidad que sin (él) no hay belleza, es solo tristeza y melancolía que no sale de mí, no sale de mí, no sale…) (En la letra original, dice “ella”)
Esa es la descripción exacta de cómo me siento. Alguien apareció así, de repente, diciendo cosas bonitas, y desapareció como había aparecido. ¡Puf! Y, como buena Capricorniana que soy, si bien sabía que todo era un juego, no pude dejar de creer, de imaginar… Y ahí, llegó la saudade. Y la música que pasaron en la radio acompañó: “Los delirios del Mariscal” estaba de fondo.
Quizá, llegó el momento de reconocer que no fue solo ese diálogo virtual el que trajo la saudade. Reconocer que hace tiempo que hay como un deseo inconfesable que espera agazapado cualquier ocasión para saltar. Deseo que creció al amparo de la danza (San Agustín y los Padres de la Iglesia no estaban tan equivocados cuando pensaban que la danza no era una creación divina) Y hoy, saltó. Y flor de salto dio. Y de no haber sido por la distancia, quizá todo hubiera sido una locura, una hermosa locura.
¿Y ahora? ¿Cómo sigue? ¿Cómo sigo?
Y dale con la música…Parece que un bloque de blues, de esos blues que erizan la piel… Blues que encaja perfecto conmigo en este momento, y con ese halo de tristeza, de saudade que siempre parece acompañarlo. ¿Dónde estará? ¿Qué estará haciendo?
Vai, minha tristeza e diz a ele que sem ele não pode ser…











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